Todo cambio necesita su periodo de adaptación e integración. Obvio, normal y lógico. Y este cambio es, para cadauno, diferente e inprevisible.
Y más allá del periodo de adaptación, existen dificultades varias para adentrarte en la cultura de un país y/o ciudad nueva.
Superado este periodo de adaptación y neutralizadas dichas dificultades, aparece en juego el «handicap» con el que tuve que lidiar mucho tiempo en Ámsterdam. Prácticamente, durante toda mi estancia. Y es el lenguaje. El dutch, o en español «holandés», para que nos entendamos.
Dicen, que un tiempo atrás, Ámsterdam, y en general Holanda, era un país abierto, tolerante y hospitalario, el cuál mostraba dosis altas de acogida a los estranjeros e inmigrantes. Dicen también, que por esta misma premisa, cuando vieron que los mejores trabajos, mejores oportunidades, se las quedaban los estranjeros, cerraron el grifo y gran parte de esta filosofía cambió. Y en esta parte entro yo, y el «handicap» del que hablo en este post. Pues yo viví esta última postura, reticencia si no dominas el idioma. Lo que es totalmente lógico. Y soy el primero al que me gusta que la gente que llega a las islas, se interese mínimamente por aprender o entender el catalán, aunque a priori parezca bien difícil. Creo que cuando estás fuera de casa, en eso tienes que adaptarte y mostrar flexibilidad.
Se llama hándicap a la resistencia impuesta por la naturaleza para una actividad, inercia errada que iguala las posibilidades, desventaja impuesta por el deterioro del uso, complemento que impone una carga ideal. Fuente: Wikipedia
Especial Ámsterdam: Mi experiencia
- Ámsterdam (I): La llegada
- Ámsterdam (II): El “handicap”
- Ámsterdam (III): Una habitación
- Ámsterdam (IV): Estilo de vida
- Ámsterdam (V): La gente
- Ámsterdam (VI): Ciudad liberal
- Ámsterdam (VII): Vondelpark
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